11/10/2005

NADADORA en CÓRDOBA.

Participamos en Re: 2005, encuentro de revistas literarias, donde presentamos nuestro segundo número.
Para ver el programa http://www.labellavarsovia.com/re2005/index.html

11/01/2005

ALGO MÁS DEL NÚMERO DOS

LECTURA

Cuando por fin los árboles
se tornan luminosos; y arden
por dentro presintiendo;
hoja a hoja; las llamas
ávidas de frío:
nimbos y cúmulos coronan
la tarde, el horizonte,
con su aureola incandescente
de gas sobre los rebaños.

Así se mueven
las nubes conmovidas
en el anochecer
de los grandes textos clásicos.

Pierden más densidad;
ascienden en la pálida aleluya
¿de qué fulgor aún?
y son ahora
cimas de colinas rarefactas
policopiando aprisa
la demora de las otrashecha de peso y sombra.

(Carlos de Oliveira. Traducción José Pérez Fernández & Juan Carlos Reche)

NUEVOS TERRITORIOS POÉTICOS (Sobre el encuento "Poesía Española Reciente", Palacio de la Magadalena, 8 y 9 de agosto, 2005)


Durante varios años la poesía española parecía destinar su futuro a una chata discusión: poesía de la experiencia, realista, figurativa, o poesía del silencio, metafísica. O se escribía de un modo o de otro, es decir, o se es del Barça o del Madrid, te gusta Ronaldo o Ronaldinho. Así se apuntaban maneras. (Otra opción menos recomendable era acabar siendo un admirado vate local, pero esa es otra historia.) Y junto a ello, en connivencia, existía una incipiente crítica encerrada en unos criterios selectivos asfixiantes donde todo acto era en contra de alguien o de algo. No había más salida. Durante años la poesía ha habitado esta jaula de grillos, esta enclaustrante formula del “todo o nada”, del “conmigo o contra mí”. Pero ¿qué está ocurriendo ahora, en la poesía más joven? En realidad nada sustancialmente revolucionario en las formas, sino simplemente la toma de conciencia de lo inane de esas dicotomías. Una nueva forma de mirar la realidad impone una superación de polaridades. No hay consignas, ni etiquetas, tan sólo una profunda inquietud intelectual, cultural, que está muy presente, y una necesidad de absorber y recrerar la tradición. La poesía más joven ha perdido en parte ese prejuicio (ajena hasta cierto punto a esa crítica) y ha tratado de aprender de los libros de sus mayores, no de sus modos y trifulcas. Tan sólo el poema y eso es lo que cuenta. Y desde esa “influencia” han surgido los mejores (si es posible decirlo) libros de los poetas jóvenes. Y eso tal vez es una de las cosas que hemos sacado los poetas jóvenes actuales del encuentro Poesía española reciente que bajo la impecable dirección de los poetas Luis Muñoz y Ana Merino ha reunido a una nómina de quince poetas en el Palacio de la Magdalena. Así (además de quien esto escribe) Rafael Espejo, Elena Medel, Andrés Neuman, Carlos Pardo, Harkaitz Cano, Yolanda Castaño, María Eloy García, Abraham Gragera, Martín López Vega, Andrés Navarro, Juan Antonio Bernier, Antonio Lucas, Fruela Fernández y Josep María Rodríguez han desfilado por las legendarias mesas de la UIMP. Cada uno con una voz en formación, pero con unas ideas, creo, muy claras de lo que debe ser este nuevo territorio poético.
Tradiciones
Han sido dos días intensos, pero entre todos se ha encontrado una latente conexión e inquietud que el tiempo –ese amable señor con barbas- dirá hasta qué punto es cierta. Tradición y renovación, canon y pluralismo, editoriales, revistas, nuevas tecnologías, la crítica y la poesía joven, éstos han sido fundamentalmente los temas. Es evidente que el vínculo entre estos poetas (con una interesante proyección) es la conciencia de la pluralidad de sus fuentes y de sus voces. Como se ha comentado en varios momentos del encuentro esa pluralidad, que en cierto sentido ha de entenderse como una conciencia individual (individualista, sería mejor decir), es la característica general de este grupo. No hay estéticas similares (el individualismo es evidente), pero sí hay actitudes ante el tiempo, la tradición y el poema, donde todos hemos hallado un parentesco. Junto a ello una manera de pensar la tradición de un modo muy abierto, en esencia como un diálogo entre el tiempo y una tradición poética global. Creo que Luis Muñoz lo apuntó muy acertadamente: “se trata de una conversación entre el poeta y la tradición, y a su vez entre el poeta y el tiempo que le ha tocado vivir”. Lo cotidiano y la posibilidad de re-imaginarlo, reinventarlo, es algo muy común. Cada vez se da también una mayor presencia de poetas hispanoamericanos, nombres que han surgido en varias ocasiones, como José Watanabe o el colombiano Darío Jaramaillo, o de poetas norteamericanos como John Ashbery. Son autores de referencia para los poetas jóvenes, que junto a poetas españoles que pueden ir desde Quevedo hasta Juan Antonio González Iglesias, pasando por Espronceda, Cernuda, Hierro, Carnero, García Montero o Eduardo García, acaban conformando su propia tradición. Un mapa global, el de la poesía joven, que no permanece ajeno a su tiempo. La tecnología, los mass-media, es otra de sus características. Si bien es cierto, como apuntase Luis Antonio de Villena, que los novísimos ya se “fijaron” en lo tecnológico, en la actualidad esa tecnología es muy diferente. Internet se ha convertido no sólo en algo para la poesía, sino que además es en gran medida uno de sus mejores canales de difusión. Una generación que ha sido educada en lo analógico y ha de vivir en lo digital, no puede por menos que embullirse de esa experiencia y usarla además como medio.
¿Polémica?
Aunque es evidente la polémica ha existido y ha sido fructífera. Dichas tensiones se originan en el temido punto de la crítica poética actual. ¿Cómo se sitúa el crítico de hoy ante un libro de un poeta joven? José Luis García Martín ha mantenido un claro escepticismo ante las posibilidades de esta poesía joven, fundamentalmente por el hecho de que se trata de una poesía en formación, en tránsito, sin la suficiente distancia histórica; acuarelas y no óleos vino a definir a los poetas jóvenes Luis Antonio de Villena. Por otro lado, alguno de los poetas jóvenes han insistido en la incomprensión o desconocimiento de la crítica actual con respecto a sus inquietudes, intenciones y fuentes. Sin embargo, el hecho se sitúa en que hay una gran distancia entre los críticos, formados (y formadores) en aquellas dicotomías experiencia-silencio de los ochenta y primeros noventa, y la poesía joven actual. No parece encajar el crítico esta nueva situación, pero por otro lado el poeta ha de sobrevivir en esta crítica hasta que su propia generación haga surgir nuevos teóricos. La labor del antólogo también ha sido cuestionada y como una evidencia de esa tensión nos encontramos con antologías, citadas en el encuentro, como Veinticinco poetas españoles jóvenes que publicó Hiperión y donde nos hallamos un caso curioso (similar al de Gerardo Diego) de antología sin antólogo, donde los propios poetas, ajenos a esa crítica, optan por ser juez y parte. Esta cuestión de la crítica sigue (y seguirá) estando en el aire. Se trata, en definitiva, de abrir nuevos cauces y espacios de debate.
Panorámica y lectura
Las revistas y la edición digital se definieron también como modelos útiles para dar voz a un grupo. Y eso quedó patente en la última de las mesas redondas. Las revistas, tanto en soporte tradicional como electrónico, permiten una disposición total e instantánea del poeta y del poema, en pequeñas dosis, y en igual medida se conforman como termómetro de los posibles cambios estéticos. De la misma forma, y esta es otra de las conclusiones del curso, se ha hecho patente, como inquietud, la necesidad de superar las barreras locales, folclóricas en muchos casos, que a veces someten a las verdaderas innovaciones poéticas. La inquietud va más allá de lo geográfico, que no debe ser un condicionante de la escritura. Uno escribe con amplitud de miras aunque hable de lo más cercano. Y esto, efectivamente, quedó mostrado ante el numeroso público que asistió el martes (los clásicos martes literarios) al paraninfo de la Magdalena. Las diferentes vertientes, como apuntó el crítico José Andujar Almansa, se observaron en la lectura. Una poesía que está evolucionando desde el realismo hacia otras posturas tal y como quedó allí retratado: poesía que se vuelve sobre el lenguaje, un tanto autoirónica; poesía de vuelo trascendental; y una poesía que regresa al culturalismo, ya sea hacia el mundo clásico como hacia el pop. Y estos, simplificando, pueden ser los caminos que ahora se abren, o quizá no, eso el tiempo lo dirá. Lo cierto es que algo se está moviendo, variando, y tras varios años de enfrentamiento (del que también nos hemos enriquecido) parece surgir una poesía que muestra una pluralidad de tendencias, un individualismo (esa es su bandera), donde se trata de absorber lo que más le interesa a cada uno dentro del complejo marco de la realidad. Como ha dicho el director del curso “los nuevos poetas están cómodos en la diversidad”. Aún es pronto, pero este encuentro, ha puesto sobre la mesa que lo poético está vivo, y que aún es un activo dentro de la cultura. El palacio ha sido testigo.

 

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