11/01/2005

ALGO MÁS DEL NÚMERO DOS

LECTURA

Cuando por fin los árboles
se tornan luminosos; y arden
por dentro presintiendo;
hoja a hoja; las llamas
ávidas de frío:
nimbos y cúmulos coronan
la tarde, el horizonte,
con su aureola incandescente
de gas sobre los rebaños.

Así se mueven
las nubes conmovidas
en el anochecer
de los grandes textos clásicos.

Pierden más densidad;
ascienden en la pálida aleluya
¿de qué fulgor aún?
y son ahora
cimas de colinas rarefactas
policopiando aprisa
la demora de las otrashecha de peso y sombra.

(Carlos de Oliveira. Traducción José Pérez Fernández & Juan Carlos Reche)

 

Contador Gratis